miércoles, 24 de enero de 2018

La cosa nuestra

Hasta nunca, mi amorHasta nunca, mi amor by Massimo Carlotto
My rating: 4 of 5 stars

Si uno se sacude la moralina, puede pasar un excelente rato leyendo este libro. Personalmente no lo encuentro a la altura de un Chandler o un Simenon, pero lo cierto es que hay diferencias sustanciales de fondo y forma.

La trama: Un exguerrillero de extrema izquierda, perseguido por la justicia a causa de una serie de crímenes que incluyen asesinatos y atentados terroristas, busca reintegrarse a la sociedad, hacerse ciudadano y encontrar la tranquilidad de una vida promedio. En el camino da rienda suelta a su misoginia, su desprecio por los demás en general y su gusto por asesinar personas, y de paso deja en claro que nunca comulgó con las ideas que lo llevaron al extremo.

El grueso del relato detalla un asalto del cual él se encarga de la logística y de las traiciones. Una breve introducción da cuenta de los prolegómenos y hacia el final nos daremos cuenta de todo lo todo que está dispuesto a hacer el protagonista para conseguir llevar una vida plena.

El protagonista y sus fobias sostienen toda la trama al punto de ser más un thriller psicológico que una novela negra. Lo interesante es que muchas de las acciones y de los pensamientos del personaje —que es el alter ego del autor— son descritos y están justificados de tal manera que uno llega a sentir empatía por un ser despreciable por todos los lados. Es más, uno se ve reflejado en varios momentos de la narración y hasta se queda pensando en las posibilidades concretas de robar un banco o de cometer alguno de los crímenes detallados en estas páginas. La sensación de disfrutar una novela en la que el 90% de los personajes mueren asesinados por el protagonista —con detalles sórdidos— es realmente inquietante.

También hay un interesante comentario político sin caer en el panfleto: la derecha y la izquierda se tocan en los extremos, y corruptos hay en todas partes. Además, el universo de “Hasta nunca, mi amor” es de dominio exclusivo de los hombres, las mujeres forman parte del decorado o solo sirven para ser vejadas. Los inmigrantes —croatas, albaneses, españoles, africanos, sudamericanos— son todos criminales pero, a diferencia del protagonista —italianísimo—, son criminales mediocres. Sin embargo, el autor se las arregla para no suscribir todo esto sino para mostrarlo de forma cuestionadora, a la par de colocarnos en la incómoda situación de justificar junto con él y su protagonista todos los prejuicios. Como tal, la novela resulta un buen ejercicio de introspección.

Carlotto escribe casi con displicencia, como si despreciara soberbiamente a sus lectores pero, al mismo tiempo, llevándonos a su mismo nivel de megalomanía para compartir el mismo rencor que siente por una sociedad enferma y sin cura posible, disfrutando al mismo tiempo de la degeneración del universo narrado. En ese sentido, da para analizar cuáles son las estrategias literarias con las cuales consigue tamaña proeza sin dejar la simpleza y sin darle demasiadas vueltas a una historia que solo puede terminar de dos maneras posibles.


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