martes, 11 de abril de 2017

Indigenismo 3, 2, 1...

Andes Imaginarios: Discursos del Indigenismo 2Andes Imaginarios: Discursos del Indigenismo 2 by Mirko Lauer
My rating: 4 of 5 stars

A riesgo de malinterpretarlo, Mirko Lauer plantea el "indigenismo-2" como una variante estética del indigenismo sociopolítico peruano. Sin embargo, la idea es que este indigenismo-2 "no nació del indio ni fue hacia él" sino que fue (es) más bien una creación aparecida desde una élite intelectual (indígena o no, eso es irrelevante) y que trató de darle cuerpo al indígena peruano según su propia percepción. Lauer abunda en ejemplos literarios y plásticos para decirnos que este indígena-2 es una entelequia, con poco o ningún correlato con el indígena real.

Pero va más allá; aunque no termina de decirlo, pareciera insinuar que ese indígena (el sociopolítico o el "2", el de González Prada o el de Mariátegui o el de Velasco, o el de Sabogal o Codesido) sobre el que se escriben novelas y se crean leyes simplemente no existe. Es tal el agotamiento del concepto que nunca será capaz de trascender la creación de escritorio, pues mientras se idealiza al "buen indígena" (o se le marca como potencial enemigo del Estado-Nación), aquel individuo o aquella masa "indígena" se reinventa día a día, como sucedió desde que pisaron estas tierras los españoles, cuando quienes jugaban de locales debieron aprender sobre la marcha las leyes hispanas, el idioma y la idiosincrasia del conquistador, catapultando hacia el pasado más hermético, de una vez y para siempre, toda posibilidad de acceder al "indígena", dejando posibles intentos para los cronistas (y sus maníqueos puntos de partida), historiadores, antropólogos (y sus epistemologías europeizantes y etnocéntricas) y, en fin, artistas (que no por creadores dejaron de responder, consciente o inconscientemente, a un proyecto político, a una idea más general de Estado-Nación en la que ellos y ellas "otrizaban" al indio).

Así las cosas, Mirko Lauer nos habla no solo de los proyectos indigenistas y de los acercamientos al indígena como ejercicios verticales de poder; también nos da a entender que aquello que buscamos, el elemento indígena que nos puede o bien llevar a generar políticas específicas a su favor o bien coadyuvar a un mestizaje definitivo (aunque cabría preguntarse si tenemos claro lo de nuestras parcelas étnicas de españoles y africanos), no solo es imposible de asir intelectual y artísticamente sino que, valgan verdades, tal vez nunca haya existido más allá de las páginas más febriles de las ciencias sociales.

¿Por qué le sirvió la tautología a los mexicanos y no a nosotros? Eso debería responderlo un experto en indigenismo mexicano, comparando contextos y puntos de partida. Nuestro acercamiento al tema, el "problema del indio" o como queramos llamarlo, se parece a esas hipérbolas que tienden a cero pero que nunca llegan a él.

Yendo al libro en sí, Lauer expone sus ideas directamente y sin mayores juegos florales. Y si bien aquí no rememoraremos al poeta que pateó el tablero con sus primeras obras (y solo las primeras), tampoco encontraremos al columnista de La República que defiende a capa y espada a Alan García -y nunca nos enteraremos por qué).


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