sábado, 19 de noviembre de 2016

Comprendiendo a (la) (lo) Arendt

Lo que quiero es comprender: sobre mi vida y mi obraLo que quiero es comprender: sobre mi vida y mi obra by Hannah Arendt
My rating: 5 of 5 stars

El libro advierte ser una mirada biográfica, pero con el nombre y una introducción algo desacertada el lector podría sentir cierto resquemor ante una posible aproximación ingenua. Sin embargo, el acercamiento no es indulgente en absoluto. Más bien muestra a una Arendt humana, con yerros, prejuicios, miedos y rencores; de todo esto, lo que se nos queda es la imagen de una mujer consciente de su papel en la historia, y lúcida en extremo ante él, ante ella y la humanidad.

Esta selección está dividida en dos partes: la primera nos planta a la Arendt en tanto intelectual, definiendo y defendiendo sus ideas en cartas (a Scholem, por lo de Eichmann), entrevistas (la más célebre, con Günter Gaus) y conversaciones diversas (en una especie de homenaje que se le hizo en Toronto); la segunda está basada en cartas a los Jaspers y ordenada según diferentes temas a criterio de la editora. Finalmente hay una línea de tiempo y luego viene el plato fuerte: la bibliografía completa y ordenada de TODO lo que publicó Arendt en vida y lo que se publicó de manera póstuma. La edición en castellano (que reseño) incluye, como es obvio, el recuento de todo lo publicado por Arendt y en su nombre en nuestro idioma. El cifrado es útil en extremo para saber qué edición en castellano pertenece a cuál en inglés o alemán (considerando que muchos de sus libros "traducidos" de un idioma al otro por ella misma son casi libros diferentes por la forma en que reescribía sus textos).

Más allá de eso, puede decirse que el libro (y, aparentemente, también la vida de la pensadora alemana) es atravesado por dos cuestiones: por un lado, el problema —filosófico— de la comprensión (pensar, hacer, decir, escribir, entender… amar) como herramienta de aprendizaje, y de la acción política como vehículo de aprehensión. Y claro, su postura (variable a lo largo de su vida) ante todo esto. Lo segundo tiene que ver con su relación consigo misma y con su pertenencia a la comunidad judía (o no), especialmente luego de que Israel se portase con ella de una forma que hacía recordar (según sus propias palabras) los métodos persecutorioa de la Alemania Nazi. Le queda claro, siempre le quedó claro, que toda adhesión a una representación y a una construcción de identidad son falsas… digámosles en todo caso y amablemente: líquidas.

Desde estos "miradores" Arendt se apertrecha cual francotiradora y le dispara a todo lo que se mueve ante sus ojos. Eso sí, la editora se cuidó de evadir cualquier mención a Heidegger, así que morbo no vamos a encontrar aquí. Bromas aparte, hubiese enriquecido el retrato de la Arendt humana con la concesión rosa, pero tampoco era necesaria; quienes abordan este libro están interesados, de hecho, por lo que tiene que decirnos la mujer que piensa y escribe sobre sí misma, sobre lo que hace y sobre lo que cree, y no se necesita un estereotipo de género en esta empresa. Sería anacrónico, además.

La lectura, como sucede con todos los textos de ella, es amable, aunque tal vez un poco densa para quien no tenga los referentes (autores, libros, hechos históricos). La traducción parece decente a excepción de errores tipográficos e imprecisiones evidentes en la bibliografía —nada grave, justamente por ser evidente—. Hablo de la edición de 2010, ignoro si hay posteriores.

En resumen, un buen libro para ordenarse en el universo de Hannah Arend, de las filósofas y de la filosofía occidental europea del siglo XX. No sé si sea igual de útil para alguien que no conozca algo de su vida y obra, pero sí me parece que es necesario para no terminar divagando en los vericuetos de una producción tan abundante como fascinante.


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martes, 15 de noviembre de 2016

Carne fresca para todos

La carne de RenéLa carne de René by Virgilio Piñera
My rating: 5 of 5 stars

Imposible no contextualizar esta novela en la Cuba de Fulgencio Batista (la novela fue publicada en 1952) y también, cual oráculo, en la de Fidel Castro, en cualquiera de sus décadas (aunque con énfasis en los ochenta). Pero además de todo esto, se trata de una novela universal, altamente filosófica, aplicable a cualquier país, sistema de gobierno e identidad (la que sea). René, el protagonista, va de la apatía al pánico, del horror a la contemplación, del sufriimento extremo al placer, sensaciones todas que tienen que ver el descubrimiento de su naturaleza humana: la carne, propiedad principal de su cuerpo. Todo parte de los acosos sádicos de Ramón, su padre, masoquista empedernido que disfruta lacerando su propio cuerpo y mostrándole sus heridas, cual medallas o trofeos, a René, y quien además lidera la revolución por la causa del chocolate (?), por la cual la familia está predestinada a ser mártir. Luego pasará al internado en que le enseñaran a encontrar placer en el miedo al dolor (la parte más 'gore' y fascinante de toda la novela se desarrolla precisamente ahí), regresará a las manos de su padre, descubrirá una nueva veta de sensaciones ligadas a la carne en los brazos de una concupiscente vecina, Dalia Pérez, para finalmente descubrir por sí mismo cuál es el misterio de la carne, la suya y la de los demás.

Más allá de la anécdota, la novela abunda en cuestiones interesantes. Llega, por ejemplo, a describir eróticamente las torturas a las que es sometido René, mientras que por otro lado todo lo relacionado con el placer se nos hace insoportable gracias a los recursos narrativos de Piñera. Aquí hay de todo: desde reflexión profunda sobre el libre albedrío humano (y su necesidad o utilidad, altamente cuestionadas), la incorporación en sociedad, la identidad, la especificidad de las culturas, la predestinación, el sistema + las estructuras + la urgencia por salir de ellos (o no), la decadencia moral, la relatividad de los binarismos (hombre/mujer, viejo/joven, vivo/muerte, sufrimiento/placer, cuerpo/alma) y lo irrelevante que resulta rebelarse a nuestro destino pues, como seres humanos, solo podemos vivir en la humanidad; de lo contrario seríamos bestias o algo más que no está en nuestra naturaleza.

A esta conclusión nos lleva Piñera cuando nos da en la cara con que vivimos en un mundo carnal, pues somos carne, y que la misma solo puede producirnos o bien placer o bien sufrimiento, o bien ambas cosas al mismo tiempo (o bien la una dentro de la otra). Pero nunca accederemos a aislarnos de ellas; en ese sentido, la carne de René (ergo, la de Piñera) se parece mucho a la cultura de Geertz, a la maraña de significados fuera de la cual nuestra vida no tiene sentido literalmente hablando. El placer, incluso, es solo un medio para arribar al sufrimiento y es el dolor el fin en sí mismo, el Dios Todopoderoso, pues incluso estando al servicio de la causa (la causa del chocolate, es decir la del placer) se nos dice que la revolución no es más que un pretexto para servir a la causa última, la de la carne. Así pasamos de las alegorías a los abusos y la (auto)tortura católicos, a la contemplación de los monasterios budistas e, incluso, a la simbología masónica, con todos y sus rituales iniciación y de paso a Aprendices, Compañeros y Maestros (¿habrá sido Virgilio Piñera un Q:.H:.? Pues como que sabe demasiado...). Mientras tanto, René solo busca ser una persona "libre" (se nos explica que ser libre es ser mediocre, uno más del montón), un personaje único en su normalidad para un contexto que le tiene reservada la mayor gloria. Es como un Jesucristo huyendo de su destino, que por muy magnánimo que le sea pintado, pues no le apetece; todo esto en un universo en el cual las mujeres no pintan un chícharo que no sea procrear y ser vehículos de distracciones para los elegidos de su misión, gracias a los cuitas de sus encantos carnales. Con todo esto, a la vista de que las únicas opciones que se le presentan tienen que ver con la carne, la rebeldía de René consistirá, finalmente, en resistirse a ser un rebelde.

La imaginería abigarrada de Piñera está aquí en pleno, a tal punto que podríamos afirmar que se trata de un compendio de sus fantasías más febriles: hay guiños a los cuentos fríos (que, sin embargo, publicará dos años después), a sus obras de teatro (con énfasis en el absurdo de "Electra Garrigó"), con un alto nivel de homoerotismo desfachatado, sadismo y otras cuestiones que harían sonrojarse a los cultores más entusiastas del moderno cine 'gore'. La diferencia es que Piñera utiliza todo esto para reflexionar sobre la futilidad de la vida mostrándonos sus extremos, todos juntos en uno solo: nuestra relación, positiva o negativa, con el sufrimiento. Y cómo esta no es sino un discurso sobre nuestra relación con nuestra propia existencia. Piñera es un genio que toca estos temas tan aciagos con un sentido del humor retorcido, que provoca risa y horror al mismo tiempo; solo así lo panfletario y maniqueo de la historia pueden ser entendido como alta ironía. No se sorprenda el lector si se encuentra, a mitad de la novela, deseando profundamente que la carne de René sea lacerada en la ceremonia iniciática de la escuela, pues lo primero que tambalea en uno mismo al enfrentarse con el libro es la percepción propia del dolor ajeno. Quién sabe si en esto de la insensibilidad por la carne ajena no nos falta tan solo un empujoncito literario.


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Aquí, el PDF.

lunes, 14 de noviembre de 2016

La polio vs. EEUU

NémesisNémesis by Philip Roth
My rating: 2 of 5 stars

Se me hace en exceso moralizadora, mas no de la manera tradicional sino exactamente de la contraria. Demasiado machacona, hasta lo evidente, en su intención por mostrarnos a una sociedad ignorante de todas las tragedias que padece, y el retrato de Bucky Cantor, el protagonista, no está ni tan bien trabajado ni tan bien engranado con el resto de la comunidad en que vive. De hecho, me animaría a decir que no habría gran diferencia si en vez de ser judío fuera católico, o protestante. O si en vez de ser judío de Newark hubiese sido afrodescendiente del Bronx. La figura de "némesis" no está tampoco del todo lograda, por más que se nos machaque una y otra vez todo lo atlético que fue el protagonista, y tampoco cuaja cuando se nos revela que no es un tipo particularmente brillante sino más bien uno promedio, como cualquiera de nosotros, que lo perdió todo al perder sus capacidades físicas, aquello que lo hacía especial.

Creo que son demasiadas cosas las que quiere abordar: el amor, la pérdida de la familia, la relación entre los vecinos, el retrato de los niños antes y después de ser golpeados por la polio, la reacción de los padres, la inminencia de la guerra, el sentimiento de culpa del protagonista, su estúpido heroísmo... demasiados temas y muy pocas páginas. Y encima la lectura es demasiado ligera para un tema tan épico con tales intenciones mitologizantes. Los nudos propuestos se resuelven a las patadas. Además, no hay especificidad en por qué el protagonista es quien / como es. Y lo que la reseña de la portada anuncia, la pregunta sobre la naturaleza y las consecuencias de nuestras decisiones, no se evidencia por ninguna parte.

Para ser de Philip Roth, la novela decepciona un poco. Atrapa, sí, pero no es suficiente. Da demasiadas concesiones al lector, como si estuviese más preocupado porque se entienda a cuál moraleja quiere desembarcar antes que contar bien la historia y exponer mejor el tema. Aunque formalmente es impecable, hubiese sido mejor tal vez si el autor hubiese investigado a mayor profundidad en los temas que aborda; acusa demasiado la mirada desde el escritorio (como cuando los intelectuales limeños quieren hablar de cómo el conflicto armado afectó a las regiones del sur de la sierra).


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Café, literatura y capitalismo

The Coffee TraderThe Coffee Trader by David Liss
My rating: 3 of 5 stars

"El mercader de café" es un best seller en toda la extensión del término: se deja leer, fluye, atrapa, manipula, afecta y, especialmente, retribuye. Hasta ahí, nada nuevo. Salvo que está muy bien escrito y, si bien no pretende descubrir la pólvora, al menos no la malgasta. La vida y la obra de Miguel Lienzo en medio de Amsterdam en pleno siglo XVII, tanto la amorosa como la económica, van bastante bien equilibradas entre la descripción de sus acciones y la profundidad de sus pensamientos, que se revelan más bien dependientes de imposiciones morales que abraza sin pretender comprenderlas, acaso sí cuestionar tímidamente. La trama pasa de jaloneos por saldar cuentas de orgullo, de ética y de dinero a convertirse en un análisis soterrado de pulsiones reprimidas y de las falsedades religiosas, tanto del judaísmo como del catolicismo. Finalmente, y esto para nada es adelantar el final —toda vez que el mismo está cantado desde el compás inicial—, Miguel Lienzo consigue todo aquello que desea, no lo que aspira sino más bien aquello que moralmente se permite a sí mismo. Lo cual no es poco.

El libro, que es bueno y se deja leer, peca de escaso rigor histórico, pues a la avalancha de datos objetivos buena compañía le hubiese hecho un acercamiento tan siquiera ligero sobre las condiciones culturales y sociales que hicieron posible que el capitalismo tome su actual forma poco agraciada. A las biografías y estudios consignados como bibliografía debió sumarle un Durkheim, por ejemplo, o un Marx para tal caso. Pero es un best seller estadounidense, y ya bastante tiene con no ser un machacón vehículo de colonialismo cultural como para ser un vehículo de reflexión. La reflexión no vende y este libro es como el café del que versa: un negocio redondo, más nada.

Pocas novelas manejan tan bien los mismos tópicos clichés de siempre (judíos, católicos, europeos; españoles, holandeses, portugueses) y refuerzan estereotipos (étnicos y de género, por ejemplo) de tal manera que cuenten con la complicidad del lector para dejarlos pasar por alto sin hacer mala sangre y continuar con la lectura. En eso, el autor es tan consciente como culpable, a tal grado que, como hace en las últimas páginas en relación con la historia que narra, deja entrever hacia el final de la obra los mecanismos narrativos con los cuales consiguió atrapar la atención de quien llegó junto con él al último puerto, nunca mejor dicho. Solo que, a diferencia de otros libros, aquí la manipulación no fue burda ni pretendió aleccionar moralmente a nadie, así que se tiene todo más por un logro personal (el suyo, escribir algo que se desee leer) que por uno mucho más cuestionable y colectivo. Si vender libros lo hace feliz y de eso vive, pues que a la par de su protagonista, lo siga haciendo sin comprometer a nada ni a nadie más. Que eso, entiendo, es parte importante de la buena literatura.


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(Regalito aquí)

Le nom est Maigret. Jules Maigret.


La Cabeza De Un HombreLa Cabeza De Un Hombre by Georges Simenon
My rating: 4 of 5 stars

Así como en la filosofía y en la literatura en general, también en aquella de género los franceses marcan clarísimas diferencias con el resto de Europa y de América. Simenon es un clásico, Maigret es un referente obligado en la novela policial. Se deja leer en unas pocas horas y uno siente que ha invertido provechosamente el tiempo. En "La cabeza de un hombre", Maigret no solo defiende la del condenado a muerte por un delito que, a todas luces, no cometió, sino que además se mete en la cabeza del asesino para desenredar un misterio cuyo final se adivina hacia la mitad de la novela. Lo que desconocemos son las cuitas (y estas no defraudan). Ya sobre Simenon está dicho todo, y también sobre Maigret así que solo he de añadir que, le cojas el libro que le cojas, este no tiene pierde. Aquí hay garantía de que uno se va a refrescar de todos los otros policiales: es efectivo como un capítulo de serie televisiva, no tiene pretensiones literarias muy profundas y tampoco te rompe el coco. Y tiene el plus de ser literatura de la buena. ¿Qué más?


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My rating: 4 of 5 stars
En menos de un año (la primera novela con Maigret de protagonista es de 1931), Simenon hizo suyo el viejo adagio del "menos es más": menos complejidad a la trama le da más tensión a la historia; menos enredos de personajes devienen en psicologías más profundas y a la vez más cotidianas. Así, resulta muy fácil sentirse como en medio no solo de la historia sino también de las ciudades en que transcurre. La del Liberty Bar es, como dice el propio Maigret, una historia de amor y de alcohol, con un muerto y vari@s sospechosos quienes, en su simplicidad, a la vez que en la evidencia de su culpabilidad, hacen mucho más rica la retórica. Y Simenon va, en paralelo, aprendiendo a ponerle sazón poética a su forma de contar las cosas, con sus particulares saltitos de tiempo hacia adelante y su descripción de las atmósferas. Porque el Liberty Bar, columna de todo este edificio devenido en crimen, se puede oler y hasta saborear con solo contarnos quienes en él habitan. La novela se lee en menos de una tarde; motivo más que suficiente para apagar la televisión, desconectarse de Internet y divertirse a la antigua con un (muy) buen libro.



lunes, 7 de noviembre de 2016

El asesino fue el mayordomo (¡y era semiólogo!)

La séptima función del lenguaje
Laurent Binot (2015)
Seix Barral
Edición en castellano 2016

Roland Barthes ha sido asesinado. Su muerte, a diferencia de lo que nos dice la historia, no fue un accidente; forma parte de una guerra descarnada que involucra a un grupo de seres humanos crueles, inescrupulosos y traicioneros como jamás los ha parido alguna vez la evolución: son los filósofos, lingüistas y semiólogos. Ellos están en guerra todos contra todos y, como ya sabemos, no hay nada peor que un intelectual peleando por lo que cree que es lo correcto, por lo que sostiene ser la verdad: su verdad.

Y esta guerra tiene un objetivo… o mejor dicho, un objeto de valor: la séptima función del lenguaje. Una arma, una técnica, una bomba capaz de hacer que Michelangelo Antonioni y Phillipe Sollers sean dolorosamente mutilados, que Julia Kristeva sea en realidad una despiadada y ambiciosa doble (¡triple!) espía, que Judith Butler use sus teorías de género para facilitarle las cosas a “ciertos” servicios secretos, que Louis Althusser haya asesinado a su esposa porque esta  traicionó a la “causa semiótica”, que Michel Foucault ponga a disposición de Barthes a sus “mancebos”, a quienes obviamente entrena para que escondan tras sus disfraces de gigolós unas habilidades filosóficas inauditas… y, finalmente, que lo de John Searle y Jacques Derrida no sea solo una batalla intelectual sino que los lleve a matarse mutuamente por no soltar aquel valioso secreto.

Esta herramienta del lenguaje es tan poderosa que podría hacer que Miterrand sea imbatible en el debate presidencial televisado de 1981 y le gane las elecciones a Giscard, que Umberto Eco se convierta en un intelectual irrefutable y que Simon Herzog sobreviva, dios sabrá cómo, hasta nuestros días para contarnos toda esta historia en una novela, a manera de policial narrado en tercera persona por un detective (Jaques Bayard) de ultraderecha, bruto y achorado como él solo y como varios que conocemos por el mundo —énfasis en Perú—.

“La séptima función del lenguaje” (2015) es una novela policial escrita por Laurent Binot, autor de la críptica “HHhH”, y es quien le da voz a Herzog… y sospechamos que en cualquier momento Kristeva y Sollers deben lo mandarán a matar o castrar por haber revelado la verdadera identidad de los pensadores del mundo: asesinos manipuladores hambrientos de poder. Ninguno se salva. Y sbaer todo esto, por supuesto, nos ayuda a entender muchas cosas en todas partes del mundo, pues ¿no son los intelectuales los seres más argolleros, déspotas y traicioneros —los unos contra los otros— que podamos conocer?

Hay quienes dicen que esta novela mezcla hechos reales con ficticios pero no: lo que hace es relatarnos los hechos que no conocemos (y que, por lo tanto, no podemos decir que no sucedieron) para explicarnos el verdadero motivo de los que son del dominio público.


Mucho cuidado. La próxima vez que nos crucemos con un(a) filósofx, lingüista o semiólogx (si no hacemos la mención a la diversidad con la “x”, probablemente Judith Butler nos corte el pescuezo con una abrecartas): miremos hacia nuestro alrededor, vigilemos la retaguardia, no les demos la mano, cuidémonos de los paraguas, mucho menos les aceptemos un trago o un bocadillo de nada. Y, sobre todo, nunca, pero NUNCA prestemos atención a lo que tengan que decirnos porque, Eco no quiera, podrían estar utilizando contra nosotros la fulminante séptima función del lenguaje.

Laurent Binet (AFP).

Entrevista al autor sobre su novela aquí.
Artículos sobre el libro aquí, aquí y aquí.
Y un regalito aquí.